Construir un hogar como se construyen los sueños
Miriam Granda llegó a Villa del Rey hace cinco años, cuando las casas se podían contar con los dedos de una mano. Hoy, a sus 65 años, forma parte de la Directiva de la Urbanización Reina Beatriz, desde donde promueve proyectos en favor de la comunidad, como las Ferias Navideñas. Está jubilada, luego de dedicar toda su vida a dirigir un restaurante, y vive con su hijo de 34 años. Toda su vida vivió y trabajó en el centro de Guayaquil. El ruido de los autos, era ensordecedor. Con una voz apacible y viendo hacia a su alrededor dice: “he encontrado la paz que estaba buscando”.
La casa de Miriam fue la segunda que se construyó en la urbanización Reina Beatriz, cuando aún no estaba lista la piscina ni el área de recreación. Era el inicio de un gran proyecto que la hacía soñar. Antes cuando vivía en pleno Guayaquil, se sentía en medio del caos. “Era tormentoso no podía ni descansar los domingos”, recuerda.
Lo que más valora Miriam de su hogar, es la tranquilidad. Ahora se siente mucho más segura y no tiene miedo de salir a disfrutar de las noches al aire libre.
Miriam forma parte de un comité de eventos que organiza reuniones o fiestas para promover actividades que beneficien a los residentes. Su objetivo es hacer de su hogar, Villa del Rey, un mejor lugar para vivir. El año pasado quedaron en primer lugar en el concurso del mejor pesebre, hecho con materiales reciclados. Para ella, lo más importante es que ese tipo de actividades permiten trabajar en comunidad, eso fortalece los lazos de unión y el orgullo que sienten por pertenecer a una urbanización organizada.
Cuando tomó la decisión de mudarse a Villa del Rey, fue pensando en estar cerca de su hija, quien vive en La Joya hace más de siete años. Solicitó entonces de manera especial a la empresa constructora que le permitiera mudarse antes de la fecha prevista. Cuando finalmente inició su vida en Villa del Rey, todo le parecía lejos. Al principio no sabía dónde comprar el gas o las verduras para cocinar el almuerzo para su familia, pero muy pronto aparecieron vendedores dispuestos a llevarle lo que ella necesitara, hasta la puerta de su casa. “Nos facilitaron la vida, ahora les podemos pedir lo que sea”, comenta Miriam. Cuenta que los comerciantes de la zona le llevan medicinas o comida y solamente cobran un dólar adicional.
Lo que más valora Miriam de su hogar, es la tranquilidad. Ahora se siente mucho más segura y no tiene miedo de salir a disfrutar de las noches al aire libre. Hay solidaridad entre los vecinos, todos se llevan bien, organizan eventos y se encuentran en los espacios comunales para conversar. Ella vive contenta, entre la gente y la naturaleza.
Para movilizarse, usa los autobuses de la urbanización, que son de color rojo y pasan durante todo el día cada 15 minutos por la calle principal de su ciudadela. Este bus es gratuito para los residentes que pueden entrar utilizando su tarjeta magnética.
La aspiración de Miriam antes de mudarse era la tranquilidad; quería un ritmo de vida pausado, rodeada de vecinos con los que pudiera organizar reuniones, cerca de un parque en el que pudiera salir a caminar, sin tener que preocuparse por la seguridad. En Villa del Rey, todas esas expectativas se cumplieron, porque desde el inicio las Ciudades para Vivir estuvieron pensadas para mejorar la vida de sus residentes, pero también porque Miriam ha sido parte de la construcción de esa comunidad. Ella, al igual que muchos otros vecinos, no esperan que alguien más haga que su hogar sea como lo han soñado; son ellos, con sus ideas, su esfuerzo y su dedicación, quienes lo convierten en lo que quieren.