De Medellín a Villa Club
Carolina Tamayo nació en Medellín, una ciudad que ha crecido verticalmente, y donde lo habitual es subir y bajar escaleras a diario. A sus 30 años, su vivienda ideal era un apartamento, más grande y con una mejor vista que aquel en el que vivía. En su imaginación ni siquiera aparecía una casa, y peor, otro país. Pero a Carolina, la vida la sorprendió.
Hace dos años llegó a Ecuador porque se enamoró de un guayaquileño. Se casó y se mudó a la ciudad de su esposo. La mitad de su primer año la vivió en Vía a la Costa, y dice que se sentía muy apartada de todo. En este sector no era fácil movilizarse, solo había una línea de bus que pasa por la avenida principal, y salir de allí implicaba tomar en promedio tres buses; o pagar un taxi que le costaba mínimo ocho dolares. La otra mitad de ese primer año vivió en Urdenor en un departamento, en donde se sentía mucho más a gusto porque era un lugar más céntrico. Pero pronto, el ruido que se filtraba del exterior empezó a molestarle y durante su embarazo no podía dormir por la incomodidad.
Carolina es psicopedagoga especializada en educación especial. Las escuelas en las que brinda asesoría están ubicadas en la vía a Samborondón y en la Avenida Febres Cordero en la Parroquia La Aurora, donde están los establecimientos de educación privados más prestigiosos. Recuerda que cada vez que su marido la iba a dejar allí, pasaban por las Ciudades para Vivir, y su esposo le decía que algún día quisiera vivir ahí.
Durante su embarazo estaba decidida a cambiarse de casa por tercera vez en menos de año y medio. Le comentó a su arrendataria que estaba buscando un nuevo lugar, porque el departamento en el que estaba le parecía muy grande para una familia tan pequeña. Ella le comentó que tenía en renta una casa de una planta en Villa Club.
Luego de haber vivido toda su vida en departamentos, Carolina ahora vive en una casa en la que no comparte el piso con otros inquilinos. Tiene su propio patio, que es pequeño pero lo suficiente para crecer plantas como albahaca, hierbaluisa, sábila, y otras medicinales y para cocinar. Nunca pensó que vivir allí le costaría menos de un salario básico, que es el monto que paga por el alquiler de la casa.
Lo que en un inicio parecía un problema -la distancia- pronto se convirtió en una ventaja; al estar lejos del movimiento, ha ganado en tranquilidad, naturaleza y seguridad.
Cuando a Carolina le preguntan en dónde vive, ella responde que en Narnia, comparándolo con ese fantástico lugar creado por C.S. Lewis: hermoso pero lejano. Sin embargo, lo que en un inicio parecía un problema -la distancia- pronto se convirtió en una ventaja; al estar lejos del movimiento, ha ganado en tranquilidad, naturaleza y seguridad. Y claro, el crecimiento del sector, ha traído como consecuencia, el crecimiento del comercio. No hay nada que no se pueda conseguir a los alrededores.
En un año, Carolina tiene planeado regresar a su ciudad, Medellín. Pero dejar su casa es lo que más nostalgia le produce. En Villa Club ella conoció la comodidad, la calma y la vida en comunidad. Ahora está segura de que si en un futuro, decide hacer su vida en Guayaquil, su primera opción serán las Ciudades para Vivir.