La Colmena

George Harrison, uno de los Beatles, le dedicaba sus canciones a los jardineros del mundo, pues plantar un árbol, tener un pequeño jardín o cultivar flores, son pequeños actos que contribuyen a construir un planeta más feliz.

Los seres humanos estamos tan atados a las plantas que sin el oxígeno que producen, nuestra especie no existiría. Pese a ello, ser jardinero, está subvalorado. Un estudio hecho por la Royal Horticultural Society -en el mismo país en el que nació la banda de rock más famosa de todos los tiempos- reveló que el 70% de la población considera a la jardinería como una profesión de la cual no deberíamos estar orgullosos. Resulta incoherente no apreciar una labor de la cual todos nos favorecemos.

No hay estudios similares que se apliquen en Guayaquil y que nos permitan saber sobre la gente que se dedica a cultivar plantas, conocerlas y entender sus procesos. Lo que sí sabemos sobre los guayaquileños, es que aprecian mucho lo urbano, se mueven en una ciudad llena de concreto y con déficit de áreas verdes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 9 metros cuadrados de área verde por habitante, y en Guayaquil de acuerdo al Índice Verde Urbano, solo existen 1,1 metros cuadrados por persona. Según el mismo estudio sólo el 5% de los cantones del país cumplen con el requerimiento de la OMS.

Tener tan poca área verde por persona, tan por debajo de lo recomendado internacionalmente, ha provocado que no valoremos la importancia de los árboles y las plantas. Tal vez por eso, muchos ni siquiera sabemos cuál es la forma adecuada de regar una planta. Nos hemos privado de la emoción de ver florecer un tulipán, o de sentir como unos cuantos jazmines pueden inundar con su olor toda una cuadra. Vivimos en un territorio tan fértil, que basta echar una semilla y regar un poco de agua, para que crezca -casi-, cualquier planta.

Tener tan poca área verde por persona, tan por debajo de lo recomendado internacionalmente, ha provocado que no valoremos la importancia de los árboles y las plantas. Tal vez por eso, muchos ni siquiera sabemos cuál es la forma adecuada de regar una planta.

Dentro del 5% de cantones que sí cumple con la medida de la OMS, está Samborondón, que cuenta con 6.67 metros cuadrados de área verde por persona. Una cifra por encima de lo recomendado. Precisamente es aquí donde nace la primera ciudad para vivir, Ciudad Celeste. Desde la entrada, los frondosos árboles que forman una especie de túnel por la sombra que hacen, anuncian que allí, las plantas, las flores y las áreas verdes, son sumamente valoradas. Al igual que en las otras Ciudades para Vivir, aquí se ha destinado espacios exclusivos para plantar diferentes especies vegetales.

A pesar de que Daule, en donde se encuentran Villa Club, La Joya y Villa del Rey en el 2012 registraba un índice de 1.56 metro cuadrado por persona de área verde -una cifra que supera la de Guayaquil, pero que sigue estando por debajo de las recomendaciones de la OMS- en estas Ciudades para Vivir se está realizando un enorme esfuerzo para cambiar ese número.

En La Joya, seis mil familias plantan árboles nativos para vivir mejor. En esta Ciudad para Vivir han ideado el Plan Verde, que tiene como meta reforestar La Joya sembrando dos mil árboles; en Villa del Rey se han plantado 3543 hasta septiembre del 2015. Las urbanizaciones Rey Carlos, Princesa Diana y Rey Arturo han sido de las más activas: han plantado más de quinientos, en espacios comunales y en algunas casas.

Los vecinos de las ciudades para vivir son jardineros natos. Y como George Harrison, ellos también han entendido que la felicidad está en usar sus manos para cuidar sus jardines.