Celebrar la vida en el club social
Los latinoamericanos tenemos familias numerosas, a las que les gusta celebrar cada momento memorable: quince años, graduaciones, bautizos, bodas, aniversarios y demás. Puede decirse que llevamos la fiesta en la sangre. No por nada, cuando un europeo o norteamericano se imagina la vida en algún país del sur, automáticamente aparece la imagen de fiesta, calor, amigos y diversión. Los países latinoamericanos, son la discoteca del planeta.
Y ser fiesteros tiene sentido. Sobre todo en ciudades de eterno verano, como Guayaquil. Nuestra temperatura promedio es de 25 grados centígrados y eso nos permite disfrutar de más horas de luz. Eso quizás, nos incentiva a festejar. Después de todo, algo hay que hacer con una noche que nos brinda frescura luego de haber sudado el sol del día. Festejamos porque estamos alegres con la vida y sentimos la necesidad de compartirla con nuestros seres más queridos. Las victorias aquí se hacen sentir.
Rindiendole homenaje a ese espíritu festivo que llevamos dentro, se construyó un club social dentro de cada una de las urbanizaciones de las Ciudades para Vivir, para que los residentes tengan el espacio adecuado que necesita una celebración. Estos salones son amplios y pueden ser fácilmente ambientados para diferentes tipos de eventos.
Quienes viven en las Ciudades para Vivir, construyen a diario el sentido de comunidad, y de a poco, se apropian de él. Para ello, llegan a acuerdos que favorecen la armonía del vecindario. Es por eso que hay reglas, incluso al momento de festejar. Pues claro, se trata de compartir música, fiesta, comida y baile, pero hay excesos que evitar, para no incomodar al resto de residentes. Entre las normas, está el control del volumen excesivo de los parlantes. Además, para utilizar el Club Social, los residentes deben estar al día con las alícuotas, es la forma de contribuir a su mantención.
La reglamentación del uso del Club, queda a juicio de la Asociación de Residentes. Todos los que viven en una urbanización son quienes deciden, por ejemplo, de qué hora a qué hora estará abierto el Club. Como el Club es de propiedad de todos los vecinos, pueden tener la libertad de modificarlo o adecuarlo como consideren necesario. Por ejemplo en Quarzo, los residentes decidieron habilitar su uso para eventos nocturnos. En Coral, han realizado remodelaciones y han equipado el salón con luces de fiesta, pantallas y parlantes adecuados. En Platino, pudieron gestionar un televisor de sesenta pulgadas vendiendo plástico reciclado, para -entre otras cosas- Karaoke. Aquí entienden que las mejores cosas se logran en colaboración. Las horas y reglas específicas para el uso, dependen de la organización de cada urbanización; algunas cobran montos específicos, otras lo dejan a voluntad de los vecinos. Todo depende de cómo ellos se organicen.
En estos salones, se baila y se disfruta, pero también se refuerzan los lazos de comunidad de las Ciudades para Vivir. Es aquí donde los vecinos se reúnen para debatir asuntos de interés, o simplemente para disfrutar de un día de piscina acompañado de los vecinos.