En la periferia se vive mejor
Las ciudades más aventajadas del mundo bien podrían ser las más pequeñas. Hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive en una ciudad. Las “megaciudades”, aquellas que tienen una población de más de 10 millones de habitantes, son precisamente las que carecen de una buena calidad de vida – a excepción de Los Ángeles, Nueva York, y Tokio. Las megaciudades de países en vías de desarrollo enfrentan problemas básicos como escasez de alimento y transporte y la dificultad para mantener niveles adecuados en salud. El crecimiento urbano de este tipo es insostenible.
Joel Kotkin, profesor de Chapman University y autor de libros sobre Nuevo Urbanismo cree que existe una alternativa a las insostenibles megaciudades. Un crecimiento urbano saludable, de acuerdo a Kotkin, debería ser aquel que se logre a través de la dispersión de la población, y no con la concentración. El profesor propone un mundo lleno de ciudades vibrantes pero pequeñas, suburbios y pueblos. Kotkin asegura que esta es la forma de satisfacer las necesidades de las personas, sobretodo de aquellas que sufren del hacinamiento y la desigualdad social.
Un crecimiento urbano saludable, de acuerdo a Kotkin, debería ser aquel que se logre a través de la dispersión de la población, y no con la concentración.
La migración desde los grandes centros poblados, hacia las periferias urbanas o suburbios, es una de las estrategias más prácticas para aliviar la pobreza que enfrentan estas megaciudades. El crecimiento sin planeación genera una saturación de todos los recursos: trabajo, tierra, infraestructura, servicios básicos. La creación de estos nuevos centros periféricos genera riquezas, que necesariamente demandarán de fuerza laboral para su desarrollo. De esta forma se logra contener el intenso flujo de solicitudes de trabajo en los centros de la ciudad y se crea un nuevo equilibrio entre zonas urbanas y rurales que evitarán la conglomeración de gente.
Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey funcionan como pequeñas y atractivas ciudades que son la respuesta habitacional para familias que no encontraban ofertas atractivas ni en los proyectos de la empresa privada ni en las viviendas de corte social. Pero gracias a estos proyectos construidos en la Vía a Samborondón la primera y la avenida León Febres-Cordero, las otras tres, más de sesenta y cinco mil personas viven en dieciséis mil casas que están dispersas en cientos de hectáreas.
La llegada de los nuevos habitantes de las Ciudades para Vivir ha impulsado la creación de negocios para satisfacer una demanda creciente del sector; dentro de estas pequeñas ciudades hay ahora una oferta -en aumento- de centros educativos, establecimientos de salud, religiosos, y locales comerciales de todo tipo que atienden los diferentes gustos de los habitantes. En la misma avenida León Febres-Cordero, a finales del 2015, se inauguró El Dorado, el centro comercial más grande del Ecuador. La apertura solo es una señal de lo estratégico que se ha vuelto el entorno de las Ciudades para Vivir.
El sector inmobiliario es una de las fuentes de mayor dinamismo económico. La construcción de las cuatro Ciudades para Vivir ha generado ingresos para más de cuatro mil familias, una cifra que solo crecerá porque es un proyecto todavía en desarrollo. Se ha inyectado millones de dólares en urbanizar los sectores de Daule, y Samborondón.
Vivir a las afueras de Guayaquil hoy ya no es sinónimo de pobreza extrema. Atrás quedaron los asentamientos irregulares sin planificación; hoy existen opciones adecuadas como las Ciudades para Vivir, que ofrecen, a más de vivienda, una comunidad vibrante llena de oportunidades.