En las Ciudades para Vivir se disfruta el sol
Muy pocas personas en el mundo pueden disfrutar de un sol como el de Guayaquil los 365 días del año. La temperatura media en esta ciudad es de 25 grados centígrados. Cerca de veinte millones de personas viven en el hemisferio Norte, en donde gran parte del año ni siquiera sale el sol y las temperaturas alcanzan varios grados por debajo cero.
El costeño promedio no conoce lo que es sentir las orejas congeladas del frío, ni sabe lo que es tener la necesidad de vivir con calefacción en la casa. En la costa el aire acondicionado es oro, y mientras menos ropa se use al dormir, mejor. Vivir en este lugar del mundo es como vivir en un verano eterno, y para aprovechar el radiante sol, cada una de urbanizaciones que forman parte de las Ciudades para Vivir, cuentan con piscinas en sus clubes sociales.
Alguien que vive en Estocolmo -donde la temperatura promedio es de siete grados- seguramente piensa que en Guayaquil la norma es el bikini con bronceador en mano. Los guayaquileños pueden presumir de su piel bronceada, pero no necesariamente lo es por gozar de los esteros y ríos que bañan la ciudad, sino porque caminar sobre las aceras de una ciudad sin árboles nos expone constantemente a los rayos solares.
Aquí, los guayaquileños que dejaron el centro de la ciudad, pueden disfrutar de los beneficios de tomar el sol; exponerse al calor natural, de madera moderada, reduce los antidepresivos naturales del cerebro, y brinda las dosis necesarias de vitamina D que necesita nuestro cuerpo.
Un actor guayaquileño suele decir que el calor es el responsable de los accidentes de tránsito; nadie quiere estar atascado en el tráfico de la ciudad dentro de un carro que parece horno, por eso todos aceleran. La combinación de construcciones altas y vías estrechas atrapan el aire caliente y la ausencia de árboles contribuyen al aumento de la temperatura. Si a esto agregamos los gases residuales de vehículos, fábricas y sistemas de aire acondicionado, el resultado es el aumento de hasta diez grados centígrados en la temperatura.
Afortunadamente ya existen opciones urbanas que aprovechan el calor del sol para ofrecer alternativas de diversión y vida en comunidad. Los guayaquileños que hoy viven en el proyecto que reúne a las cuatro Ciudades para Vivir, recordarán al sol como un villano de tiempos pasados. En todas las Ciudades Para Vivir (Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey) los ciudadanos aprovechan los calurosos días costeños para bañarse en las piscinas que cada una de las urbanizaciones tiene. Allí, caminar por las aceras no resulta fastidioso, incluso puede ser placentero, porque con la sombra de los árboles que tan importantes son para los vecinos, la brisa que corre en este sector refresca a cualquier hora.
Aquí, los guayaquileños que dejaron el centro de la ciudad, pueden disfrutar de los beneficios de tomar el sol; exponerse al calor natural, de madera moderada, reduce los antidepresivos naturales del cerebro, y brinda las dosis necesarias de vitamina D que necesita nuestro cuerpo. Las personas que viven en lugares con largas noches de invierno están en mayor riesgo de sufrir el trastorno afectivo estacional, TAE, un tipo de depresión ligada justamente a la baja exposición solar.
Mercy de la Torre, que residente de Platino en La Joya, vio una oportunidad en las piscinas de su urbanización. Ella es psicopedagoga, y además nadadora experta, por ello ofrece clases de natación para los más pequeños. Si el clima fuera distinto, este podría ser un trabajo exclusivamente estacional, sin embargo lo puede realizar durante todo el año, en la piscina que está a pocos metros de su casa.
En las Ciudades para Vivir, no huyen del sol, pues los árboles y las piscinas se encargan de convertir los días más calurosos, en momentos perfectos para disfrutar en comunidad.