Un carnaval de reyes
El carnaval se festeja a lo largo de América. Las formas de celebrarlo varían de un país al otro; en Brasil las calles de las ciudades se mueven al ritmo de la samba; en Bolivia las personas se endiablan y desfilan con cuernos al ritmo del tambor; en Colombia la cumbia convierte en una fiesta a la ciudad de Barranquilla y en Ecuador el protagonista de la fiesta es el agua. La celebración aquí se traduce a una especie de batalla acuática, las armas son globos rellenos de cualquier elemento líquido y dispensadores de espuma carnavalera. Es una fiesta mojada, y en Rey Carlos, urbanización de Villa del Rey organizaron un evento para bailarla entre vecinos.
El evento comenzó con el juego de tirar la cuerda; los equipos se colocaron frente a frente en el borde de la piscina. Luego de varios minutos de forcejeo con la soga, el sonido del chapuzón del equipo perdedor dio por finalizada la carrera. Unas ocho personas, entre adultos y niños, terminaron completamente empapados, y con eso, se inició la carnavaleada.
Seguido al juego de la cuerda, Andrea Yance, secretaria de la Asociación de Residentes, animaba con un micrófono a que se apunten al siguiente: los tortazos. Cada participante debía contestar preguntas -de cultura general- y si no acertaba le caería un plato repleto de merengue de torta. Más de uno no supo cuál era la capital de una que otra provincia del Ecuador. Pero con el merengue encima aprendieron la lección.
Los vecinos de Rey Carlos saben que carnaval no es carnaval si no eligen a su reina. Por eso, esa misma tarde hicieron una convocatoria a quienes querían ser coronadas como Reina del Carnaval. La elección fue realizada por los miembros de la directiva de la Asociación de Residentes, quienes calificaron el desenvolvimiento de las chicas que bailaron en frente de todos sus vecinos y a quienes además les hicieron preguntas sobre la belleza. Se eligió Señora y Señorita Carnaval y las representantes fueron candidatizadas por cada manzana.
La fiesta del carnaval tenía como meta romper el hielo entre ellos, y llegar a la confianza que se requiere para poder jugar a echarse agua unos a otros.
Clara Muñoz, la vicepresidente de Rey Carlos, animó a la directiva a hacer el evento para incentivar la integración de los residentes. Quienes viven en la urbanización se conocen desde hace cinco años. La fiesta del carnaval tenía como meta romper el hielo entre ellos, y llegar a la confianza que se requiere para poder jugar a echarse agua unos a otros.
La fiesta fue financiada con las alícuotas de los residentes y con la venta de comidas, cuyo monto final sirvió para compensar lo invertido. Los premios a los concursos fueron donados por la Administración General de Villa del Rey y por algunos vecinos. El evento culminó con la llegada de la hora loca cuando aparecieron unas garotas que animaron a que la gente se pare a mover su cuerpo disfrutando de la garúa que anunciaba el final del día.