¿Cómo se trata el agua en las Ciudades para Vivir?
El agua tratada en las plantas de las Ciudades para Vivir sirve para regar sus áreas verdes y ahorrar en el consumo diario de sus habitantes. Ha pasado todo un día en un proceso químico, biológico y mecánico para que pueda ser reutilizada. El vicepresidente de Codemet, la empresa que ha desarrollado estos procesos para Ciudad Celeste, La Joya, Villa Club y Villa del Rey (así como en cinco países de América) señala el sistema permite ahorrar el agua potable, que se reserva para el uso personal de los habitantes de los cuatro proyectos.
Para reutilizar el agua que sale de nuestras casas hay todo un proceso científico. Antes se trabajaba de manera anaeróbica —es decir sin oxígeno— y el tratamiento duraba más tiempo y era incómodo por los malos olores. Ahora, en el mismo espacio, en menos tiempo y sin hedores se puede producir mucho más: esto se debe al sistema aeróbico. Esta es la tecnología al servicio de las Ciudades para Vivir.
Las plantas de tratamiento que procesan las aguas de todas las urbanizaciones hacen posible un ahorro en una época en que se avizora una crisis mundial por el agua.
El recorrido del agua ya utilizada (también llamada residual o cruda) es así:
- Llega a través de los conductos a la planta de tratamiento.
- Pasa por una especie de cedazo, llamado criba, que es el primer filtro para separar los desechos sólidos del líquido.
- Esta agua filtrada ingresa a una laguna que contiene dos aireadores, parecidos a hélices de barcos que mueven el agua en forma circular, oxigenándola para producir una bacteria denominada Flóculo, un organismo importantísimo en este proceso, pues se alimenta de los desechos. El material que está en la laguna está compuesto de 75% de agua, 5% de minerales y 20% de nitrógeno, fósforo y potasio. Los flóculos necesitan nitrógeno, fósforo y potasio para vivir: al alimentarse de estos elementos liberan una mayor cantidad de minerales en el agua. Además, los flóculos generan un subproducto que ayuda a eliminar más rápido la materia orgánica.
- El siguiente paso se ubica en la segunda laguna aireada, donde el proceso es parecido al anterior: el agua es movida circularmente por dos aireadores para producir más flóculos. Esta bacteria tiene un peso molecular mayor que el agua, por ello, se hunde. Este es el último paso, antes de entrar al proceso de clarificación.
- El clarificador recibe el agua de la laguna aireada, que tiene conductos que captan y devuelven los desechos —por más pequeños— que sean al proceso anterior. Luego de esta limpieza, el agua cae por rebose a una canaleta de salida, es aquí donde ya se puede ver el agua cristalina.
- El proceso es más específico al final: el agua pasa por un nuevo filtro y por unas lámparas ultravioletas que eliminan las partículas que han sobrevivido al proceso. A partir de este punto el agua ya puede ser distribuida a los conductos de irrigación de las urbanizaciones de las Ciudades para Vivir.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales han contribuido inmensamente al cuidado del planeta. En Ciudad Celeste, tan solo para cuidar las áreas verdes se necesitarían tres mil quinientos metros cúbicos de agua potable pasando un día: utilizar el agua tratada nos permite ahorrar una cantidad de agua que entraría en 540 tanqueros. Las plantas de tratamiento que procesan las aguas de todas las urbanizaciones hacen posible ese ahorro en una época en que se avizora una crisis mundial por el agua.
Pero también han traído beneficios económicos. Echar agua al césped, los árboles y todas las plantas de Ciudad Celeste significaría pagar mensualmente 15 mil dólares. Por ello, invertir en una planta de tratamiento fue la solución más eficiente: si multiplicamos esta cantidad por 30 meses (dos años y medio), las dos plantas —que costaron en total 450 mil dólares— son una inversión más que rentable: con el mantenimiento adecuado que reciben, su vida útil será muchísimo más larga que ese tiempo.
Echar agua al césped, los árboles y todas las plantas de Ciudad Celeste significaría pagar mensualmente 15 mil dólares. Por ello, invertir en una planta de tratamiento fue la solución más eficiente
La Joya, al igual que Villa Club y Ciudad Celeste, tiene dos plantas de procesamiento. Una de ellas está ubicada junto a la urbanización Rubí y la otra está a pocos metros de Tiara y Platino. Actualmente en La Joya viven 30 mil personas y las dos planta han sido diseñadas para 60 mil personas. Quizás esto le parezca contradictorio, pero La Joya piensa en grande, pues hasta ahora llevan 15 urbanizaciones entregadas de las 30 que tiene contemplado el Plan Maestro y, de esta manera llegarían a cubrir a toda la población de esta Ciudad para Vivir. La primera planta, que está junto a Rubí, fue construida aproximadamente para doce mil personas. Mientras que, la segunda planta está diseñada para 48 mil, procesando 9 millones de litros de agua diariamente, es decir, un poco más de tres piscinas olímpicas. Por su gran magnitud, la segunda planta costó dos millones de dólares, que en síntesis representa 40 dólares para cada residente de La Joya.
Villa del Rey alberga a 10 mil personas apenas en cinco años. Su planta de procesamiento de aguas residuales ha sido diseñada para cubrir las urbanizaciones Reina Diana, Rey Felipe, Rey Eduardo y las áreas comerciales aledañas que generan dos mil quinientos metros cúbicos de agua residual. Toda el agua que se procesa es distribuida para las amplias zonas verdes que tiene y tendrá Villa del Rey. Igual lo hace Villa Club, con la diferencia que trabaja con dos plantas de tratamiento ante el alto número de residentes. Todos forman parte de este proyecto: la primera planta procesa el agua residual de 10 mil personas al igual que la segunda, pero esta última tiene mayor capacidad, pues también trabaja con los colegios aledaños, la Piazza y la clínica que está ubicada en Villa Club.
Villa del Rey alberga a 10 mil personas apenas en cinco años. Su planta de procesamiento de aguas residuales ha sido diseñada para cubrir las urbanizaciones Reina Diana, Rey Felipe, Rey Eduardo y las áreas comerciales aledañas que generan dos mil quinientos metros cúbicos de agua residual.
En los últimos 20 años, en el norte de Europa casi toda la población está conectada al sistema de tratamiento. En algunas regiones de este continente se puede ver cómo cada vez más ciudades depositan su confianza en estos sistemas por los buenos resultados. Esto se ha dado tras una ley que fue implantada en el año 1991 que obliga a todos los estados miembros de la Unión Europea a tener sistemas de tratamiento de aguas residuales para eliminar contaminantes. En Ecuador, la situación ha cambiado mucho, para Codemet, desde los 90 se ha visto un interés generalizado de las autoridades por cuidar el medio ambiente. Además, la ley ambiental ha impuesto reglas más rigurosas para disminuir la contaminación en los ríos del país. Siguiendo este sentido, el trabajo no solo queda en las manos de las autoridades, sino en las nuestras para procurar una mejor vida de las generaciones futuras.