El colegio que forma a los CEOs del futuro está en Ciudad Celeste
Hace más de cincuenta años una joven alemana, Renata Lembke, manejaba un pequeño kinder en la terraza del edificio donde vivía en Guayaquil. En la época donde el internet no existía y las distancias eran más lejanas, a Lembke se le ocurrió la maravillosa idea de crear una escuela binacional alemana ecuatoriana para generar un intercambio cultural a través de la educación. Fue gracias a la ayuda de Fritz Witte, que Lembke y un grupo de alemanes y ecuatorianos fundaron la primera sede del Colegio Alemán Humboldt de Guayaquil en la calle Víctor Emilio Estrada, la arteria principal del barrio Urdesa. Fue el principio de una relación amistosa duradera. En 1964 dejaron Urdesa e inauguraron sus instalaciones propias, en Los Ceibos, el campus donde se han formado la mayoría de sus estudiantes y que hasta el día de hoy funciona. Con el crecimiento de la ciudad, los directivos del colegio consideraron oportuno expandir sus horizontes y por eso en 2015, frente a una creciente demanda, nació Colegio Alemán Humboldt, CAH, en Ciudad Celeste, en el que ya estudian más de trescientos alumnos.
Un día típico de clase en el preescolar del Colegio Alemán incluye cantidades enormes de tiempo para que los niños jueguen y exploren la clase. El Alemán maneja un método pedagógico diferente a la mayoría de instituciones que existen en el Ecuador. Aquí los niños del kinder no usan libros ni hojas para aprender. Se aprende jugando, y creando el ambiente necesario que active la creatividad de los niños. Los salones están distribuidos por rincones. Hay, por ejemplo, el rincón del hogar, si el niño quiere, puede acercarse y jugar a limpiar la casa; si cambia de opinión, puede ir al rincón de la música, y corear canciones en alemán o tocar instrumentos. Pilar Caicedo, directora de la sección de educación inicial, dice que el objetivo es respetar y fomentar los intereses del niño. Son conscientes que a esa corta edad —cuando están descubriendo el mundo— mantener a un niño sentado es imposible. Aquí el profesor es más una guía que proporciona el material al niño de acuerdo a sus intereses.
Hoy el colegio tiene cincuenta y cinco años de trayectoria, tiempo en el que han formado a estudiantes con un rendimiento excelente. Prueba de ello de los aproximadamente sesenta alumnos que se gradúan cada año, veinte son admitidos a universidades competitivas del extranjero. Por su esencia binacional, el Alemán sigue directrices del gobierno de su país en temas de educación, pero también se ajusta a las exigencias locales. De aquí salen los líderes del mañana. Según un reportaje de la revista de negocios Ekos, el 10% de los CEOs de Guayaquil estudiaron en el Colegio Alemán. Es un colegio con prestigio internacional, por eso cuenta con el sello de Colegio Alemán de Excelencia en el Extranjero que lo otorga el gobierno de Alemania. Por su reputación no es extraño que cada año siempre hay una lista de espera para adquirir una matrícula. Los cupos son peleados.
El nuevo campus ubicado en Ciudad Celeste, cuenta con una infraestructura que apoya al nivel académico de la institución. Por lo pronto el Colegio Alemán de Ciudad Celeste funciona para niños desde prekinder hasta sexto de básica. Aquí la arquitectura juega un rol importante y es un educador más. Por eso los salones juegan con figuras geométricas y las usan como ventanas por ejemplo. Las aulas son amplias, el espacio está diseñado de tal forma que existan 6m2 por alumno. Los salones del CAH están infinitamente lejos de aquellas aulas frías de cuatro paredes. Adentro los niños no se sienten encerrados. Todo lo contrario. Cruzar la puerta es entrar a un universo entero. La sensación de libertad es instantánea porque cada salón cuenta con un patio exterior lleno de césped, el que está siempre a la vista pues unas puertas de vidrio corredizas son su acceso.
Utilizan pizarras de tiza porque es un material que permite trabajar la motricidad de quienes están aprendiendo a escribir. El respeto, la base de su método pedagógico, está presente en todos los aspectos. Las mesas y sillas se ajustan al tamaño del alumno, para que tenga mayor comodidad. Las pizarras también pueden subir y bajar para que maestras y alumnos no tengan que estar en posiciones incómodas. Hay dos profesoras por alumno, pero no existe una relación jerárquica entre ellas, las dos se deben al mismo cargo; ninguna es asistente de la otra.
De aquí se gradúan personas capaces con herramientas que permiten un razonamiento crítico. Cada uno de los estudiantes terminan su bachillerato hablando fluidamente el alemán, además del inglés. Haber escogido a Ciudad Celeste como su nuevo destino no es mera coincidencia. De acuerdo a un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, en los mejores barrios se ubican las mejores instituciones académicas. Ciudad Celeste, es por esta y muchas otras razones, una de las mejores Ciudades para Vivir.