Creando vida en el vivero de Villa del Rey
Desde hace más de 25 años uno de los debates mundiales gira alrededor de cómo construir ciudades sanas, de esas que logran puestos top, como Copenhague, llamada ciudad más feliz del mundo. Hábitat-ONU —uno de los programas que promociona estrategias para una mejor planificación urbana— recomienda la construcción de comunidades basadas en el desarrollo sostenible en el que exista un balance entre la sociedad y la naturaleza. Este programa recalca la necesidad de cuidar las áreas verdes en un panorama donde más del 50% de la población mundial vive en ciudades. En Villa del Rey saben que la relación entre áreas verdes y calidad de vida es directa, por eso cuidan cada uno de los árboles que allí habitan mediante la creación de un vivero.
Villa del Rey está ubicado en una zona excepcional, en donde se encuentran diecisiete hectáreas de bosque seco tropical, un área más grande que todo el cerro Santa Ana de Guayaquil. Es un proyecto inmobiliario que se desarrolla en la cuenca del Río Daule, que demuestra que es posible construir ciudades que protegen bosques. Por eso elaboraron un Plan de Manejo Integral (PMI) que busca —entre varias otras cosas— la construcción de viviendas con bajo impacto ambiental.
Villa del Rey está ubicado en una zona excepcional, en donde se encuentran diecisiete hectáreas de bosque seco tropical, un área más grande que todo el cerro Santa Ana de Guayaquil.
Para cuidar a la naturaleza hay que conocerla. Uno de los primeros pasos del PMI fue realizar un inventario forestal —compuesto en su mayoría árboles nativos como el Guachapelí, Pijio, Cabo de hacha, Guayacán, Bototillo, —predominantes en la zona que se encuentra Villa del Rey. A través del inventario se codificaron cada uno de los árboles que allí crecieron. El siguiente paso consistió en un diagnóstico realizado por un ingeniero ambiental; así se pudo clasificar a los árboles que podían ser trasplantados al momento de urbanizar. Los árboles que tenían un diámetro de 23 centímetros o más podrían ser reubicados. Aquellos que estaban infectados con plagas o no alcanzaban la medida tendrían que ser compensados con la siembra de nuevos árboles. Ya han sido trasplantados alrededor de tres mil quinientos árboles. Solo para tener una idea: en el Cerro Colorado se había replantado —antes de ser afectados por un incendio— cerca de 900 árboles. En Villa del Rey tienen tres cerros y medio de árboles —cuyo crecimiento y estado es monitoreado a través de un código que se les asigna a cada uno—, y van por más.
Hay cuatro mil árboles listos para ser plantados en el entorno de esta Ciudad para Vivir. Entre ellos están las especies nativas como el Guachapelí, Guasmo y Guayacán
El vivero de Villa del Rey, nace como una necesidad para criar árboles que servirán para compensar a aquellos que no lograron —por razones ecológicas— ser transplantados al momento de urbanizar. El ingeniero ambiental Mauricio Mejía, quien gestiona el vivero, dice que emplean tres técnicas: plantación por semillas recogidas en el bosque, por esqueje —es decir que se planta un brote de una planta como una rama y se espera que crezca—, y recolección directa — como el palo santo, que crece de forma natural y espontánea—. Mejía afirma que en el vivero se producen unas 600 plántulas mes a mes —esos pequeños brotes que salen de la tierra, como saludando al cielo. Una vez que alcanzan aproximadamente un metro de altura, son sacados del vivero para ser llevados a los alrededores de Villa del Rey en taludes, parques y vías. Es como si fuera una guardería de árboles bebé: se los supervisa con el mayor cuidado para luego soltarlos a la vida real, en donde permanecerán para siempre.
Hay cuatro mil árboles listos para ser plantados en el entorno de esta Ciudad para Vivir. Entre ellos están las especies nativas como el Guachapelí, Guasmo y Guayacán, especie que —de acuerdo a Flor María Valverde, autora de un libro sobre biota guayaquileña— estaba desapareciendo por la tala indiscriminada de su valiosa madera.
Construir viveros es una práctica que ciudades importantes alrededor del mundo realizan. Los viveros, a más de ser negocios para comercializar plantas, son una técnica eficiente para la conservación de la biodiversidad. El vivero del estado de Nueva York tiene poco más de cien años de existencia y realiza programas de reforestación y replantación de árboles nativos. Si uno está interesado en plantar árboles en su propiedad, por ejemplo, puede acercarse al vivero y adquirir un árbol a un costo muy por debajo del mercado. En estos lugares entienden que uno no solo plantan árboles para su casa, sino para el planeta.
El vivero de Villa del Rey, nace como una necesidad para criar árboles que servirán para compensar a aquellos que no lograron —por razones ecológicas— ser transplantados al momento de urbanizar.
Villa del Rey es prueba de que una ciudad sí puede coexistir con la naturaleza. Esta ciudad crece con la planificación urbana de vanguardia. El PMI es una prueba del cuidado con que se realiza este proyecto urbanístico. Aquí los árboles podrán crecer cuanto quieran: a futuro el cableado eléctrico irá bajo tierra. Las calles de esta Ciudad para Vivir estarán inundadas de flores amarillas, el regalo que brota cada año del Guayacán.