Carlos Triana le apostó al básquet - La Colmena

Carlos Triana le apostó al básquet

Carlos Triana recuerda cuando visitó por primera vez las villas modelos de Ciudad Celeste para elegir la que sería su casa. En ese entonces —hace un par de años— todavía estaba valorando las opciones que tenía para construir su nuevo hogar. Alquilaba una casa en Villa Club. Allí vivió por dos años y se acostumbró al sector. Por eso, se entusiasmó con otro proyecto de vivienda con la misma concepción que Villa Club, y cuando el agente de ventas le dio un tour por el club social de Ciudad Celeste, él y su familia quedaron fascinados: las canchas deportivas eran impecables, y eso fue quizás lo que más lo motivó. En seguida se imaginó jugando el deporte que le cambió la vida: el básquet.

Cuando era un adolescente, Carlos Triana era un chico introvertido, al que le costaba hacer amigos. Durante unas vacaciones del colegio, una mañana abrió el periódico y vio un anuncio de un vacacional para practicar básquet. Eran los años noventa, en pleno apogeo del deporte que se hizo popular con los saltos y maniobras de Michael Jordan. Se interesó enseguida, se inscribió e hizo de este, su deporte favorito durante dieciséis años, tiempo durante el cual lo practicó con mucha constancia.

Con el básquet, Triana comprobó eso de que los griegos predicaban hace miles de años atrás: Mens sana in corpore sano, Una mente sana en un cuerpo sano. Y es que luego de practicar básquet, el cambio de Triana no sólo fue físico, sino también a nivel psicosocial. Su autoestima se elevó, ganó confianza en sí mismo y pudo relacionarse de mejor manera con las personas. Atrás quedó ese niño introvertido y callado. Hasta sus notas en el colegio mejoraron.

Durante diez años, Carlos no había podido practicar el básquet, porque vivía en un barrio de Guayaquil que no contaba con las facilidades y servicios que ofrece una urbanización privada.

No solo ha leído que el deporte es una actividad que todos deberían practicar, él realmente lo sabe porque lo ha vivido. Por eso las canchas del club social de La Península, la urbanización donde hoy vive, lo convencieron de hacer de ese, su hogar.

Durante diez años, Carlos no había podido practicar el básquet, porque vivía en un barrio de Guayaquil que no contaba con las facilidades y servicios que ofrece una urbanización privada. Su trabajo le impedía además jugar durante el día, pero ahora, la ventaja de tener las canchas a pocos pasos de su casa, le ha facilitado la vida, y el retorno a ese deporte que lo apasiona. Cada noche se dedica a rebotar la pelota, con total seguridad y confianza, iluminado por los reflectores alrededor de la cancha.

Carlos llegó a La Península hace año y medio, y fue uno de los primeros pobladores. Todos los que allí vivían eran recién llegados, y él vio en el básquet la posibilidad de crear comunidad a través del deporte.

Carlos llegó a La Península hace año y medio, y fue uno de los primeros pobladores. Todos los que allí vivían eran recién llegados, y él vio en el básquet la posibilidad de crear comunidad a través del deporte. Empezó por contactar a un conocido que también practicaba básquet y que vive en La Marina —otra urbanización de Ciudad Celeste—. Su amigo lo incluyó a un grupo de Whatsapp en donde coordinaban horarios y días para disfrutar de sus juegos con otros vecinos del proyecto urbanístico. Desde entonces, todos los jueves se reúnen a las ocho de la noche a tratar de atinarle al aro de la cancha de La Península, una de las más nuevas del proyecto.

En vista de que había interés en el básquet, y algunos lo practicaban con frecuencia, Carlos Triana decidió organizar la primera copa de básquet de Ciudad Celeste; participaron seis equipos que compitieron en dos fechas, en noviembre del 2015,  y los participantes de La Brisa se llevaron la copa. Este año planea realizar la Segunda Copa en el mes de agosto, y así continuar incentivando su deporte favorito.

Carlos se siente feliz de retomar un deporte que inició en su juventud y tiene la satisfacción de que, una vez más, el básquet se ha convertido en un pretexto para generar unión y fortalecer los vínculos entre los vecinos de Ciudad Celeste.


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