Ayudar a los damnificados desde casa
Las iniciativas de la sociedad civil se han multiplicado al pasar de las horas. Todos quieren aportar. Ese es el caso de Romina Lam, residente de la etapa Luna de Villa Club, quien con ayuda de sus vecinos pudo organizar la recaudación de víveres y demás productos con destino a Calceta, uno de los poblados afectados en Manabí.
El terremoto en Pedernales es una de las mayores tragedias que el Ecuador ha vivido en los últimos cuarenta años, pero a pesar de las pérdidas y el dolor, ha servido para que los ciudadanos recordemos que somos hermanos, y como tal, nos ha dado la ocasión de mostrarnos solidarios y comprometidos con la ayuda. Prueba de ello ha sido la constante movilización desde el mismo día de la tragedia; todos hemos buscado la forma de contribuir en algo con nuestros compatriotas más afectados. Camiones, avionetas y barcos de ciudadanos comunes y corrientes han sido puestos a disposición de quienes más lo necesitan para transportar alimento, ropa y medicinas para aquellos que lo perdieron todo.
Las iniciativas de la sociedad civil se han multiplicado al pasar de las horas. Todos quieren aportar. Ese es el caso de Romina Lam, residente de la etapa Luna de Villa Club, quien con ayuda de sus vecinos pudo organizar la recaudación de víveres y demás productos con destino a Calceta, uno de los poblados afectados en Manabí.
Camiones, avionetas y barcos de ciudadanos comunes y corrientes han sido puestos a disposición de quienes más lo necesitan para transportar alimento, ropa y medicinas para aquellos que lo perdieron todo.
La mañana del 17 de abril, un día después del terremoto, al igual que el resto de ecuatorianos, Romina quedó impactada al enterarse de las dimensiones del desastre; saber que miles de personas lo habían perdido todo, la llenó de angustia y tristeza. Ella, que es madre hace un año, sintió unas ganas inmensas de ayudar. Decidió entonces contribuir y a través de su grupo de amigas de Whatsapp — también habitantes de Villa Club— se organizaron para recaudar donaciones.
Con la ayuda de su esposo, esa misma tarde fue de casa en casa recogiendo las donaciones que sus amigas pudieron reunir en sus hogares. Fue entonces cuando una de sus vecinas le sugirió hacer de su casa un centro de acopio. Romina no lo dudó y comenzó a convocar a todos quienes quisieran dejar su ayuda, a que vayan a su propia casa.
Durante las primeras horas de la convocatoria, el ritmo con el que llegaban los donantes era lento. Pero el lunes, notó que la gente comenzaba a llegar con más frecuencia, sobre todo después de horarios de oficina. Con ayuda de sus vecinos pudo comenzar a clasificar las donaciones que llenaban toda su sala. Armaron kits, especialmente para bebés, pues se encontraron con muchos pañales, leches de tarro y frazadas.
Durante las primeras horas de la convocatoria, el ritmo con el que llegaban los donantes era lento. Pero el lunes, notó que la gente comenzaba a llegar con más frecuencia, sobre todo después de horarios de oficina.
Romina, al igual que para muchos otros ecuatorianos, se conmueve profundamente al ver toda la ayuda que la gente está dispuesta a ofrecer, sin esperar nada a cambio, solamente movidos por la solidaridad. Ella supo aprovechar las ventajas de vivir en una urbanización cerrada, lo que facilitó que sus vecinas pudieran ir hasta su casa incluso a altas horas de la noche.
En momentos de dificultades es cuando más podemos demostrar nuestra solidaridad. Aquí pueden encontrar un mapa con los centros de acopio cerca de las Ciudades para Vivir y la lista de cosas que más necesitan, allí se pueden hacer donaciones permanentemente, para ayudar a nuestros hermanos más afectados.