Pequeños futbolistas ayudan a los damnificados
Los seres humanos somos solidarios por naturaleza, la ciencia lo ha dicho. Se cree que las conductas cooperativas o solidarias jugaron un papel importante en el desarrollo de la cohesión de grupos sociales, así lo dicen varios expertos. La evidencia está frente a nuestros ojos: la reacción de millones de ecuatorianos ante el terremoto ocurrido el 16 de abril de 2016, fue precisamente la ayuda desinteresada e inmediata hacia los más afectados. Desde todos los rincones del país, se organizaron brigadas de ayuda para hacer llegar a nuestros hermanos de la costa, medicinas, alimentos, ropa y agua.
En las Ciudades para Vivir, también se apresuraron a ayudar. Los niños de la escuela de fútbol de la urbanización La Cristalina de Ciudad Celeste se sumaron a esta iniciativa generada desde la sociedad civil. Apenas habían pasado dos días desde el sismo, y ellos ya se estaban organizando. Suspendieron su entrenamiento y recorrieron toda la urbanización con un cartel en el que se leía “Contigo Ecuador”.
Los niños de la escuela de fútbol de la urbanización La Cristalina de Ciudad Celeste se sumaron a esta iniciativa generada desde la sociedad civil.
Fueron de puerta a puerta por toda la urbanización pidiendo donaciones: agua, ropa, sábanas, todo lo que le pudiera servir a una persona que lo ha perdido todo. El resultado final fue gratificante, pudieron llevar tres autos llenos de donaciones a los centros de acopio ubicados en la vía Samborondón.
Dar dinero o entregar un bien sin esperar nada a cambio también puede ser una experiencia gratificante. En una serie de experimentos, el científico Gilbert Roberts de la universidad de Newcastle ha demostrado que los actos de cooperación humana, como donar productos o dinero, activan áreas del cerebro asociadas a la recompensa y el placer. Por ejemplo, cuando alguien dona dinero, se activan áreas en el sistema de recompensa cerebral muy similares a cuando se recibe algún pago, lo que evidencia que ayudar en una causa nos hace sentir bien.
En una serie de experimentos, el científico Gilbert Roberts de la universidad de Newcastle ha demostrado que los actos de cooperación humana, como donar productos o dinero, activan áreas del cerebro asociadas a la recompensa y el placer.
Si el científico Gilbert Roberts pudiera ver a estos doce pequeños jugadores que, con sus padres recorriendo las calles de Ciudad Celeste diría además que son gente atractiva, pues donar hace a las personas más atractivas. Este uno de los descubrimientos del científico que asegura que las personas que cooperan en un grupo son percibidas por el resto de los miembros de esa forma. Esto sucede inconscientemente, por supuesto, pero la evidencia científica así lo afirma.
La solidaridad no solamente es un acto de desprendimiento o empatía hacia otros seres humanos; nos recuerda además que los seres humanos nos necesitamos unos a otros para poder sobrevivir como especie. La ciencia demuestra además que trae beneficios a nivel cerebral. Con lo ocurrido después de una tragedia como la del terremoto, sin duda alguna, en Ecuador, hemos dado ejemplo de hermandad al mundo entero.