¿Cómo hacer de tu urbanización un centro de acopio?
Luego de una tragedia tan fuerte como la que azotó al Ecuador el 16 de abril de 2016, es inevitable sentir dolor. Son más de veinticinco mil compatriotas que lo perdieron todo. Familias enteras hoy duermen sin un techo seguro y sin cobijo. En algunos poblados de las provincias de Manabí y Esmeraldas aún hay gente que necesita lo primordial: alimento y agua. Y aunque las consecuencias han sido devastadoras, la esperanza ha florecido gracias a cada uno de los ecuatorianos que se han solidarizado para ayudar a quienes se han visto afectados.
La mañana siguiente del sismo —luego de que se viralizaron imágenes desgarradoras del desastre— la ayuda se organizó con rapidez: se improvisaron centros de acopio a lo largo del país, y el mismo domingo empezaron a salir hacia las zonas más afectadas decenas de camiones con las donaciones recaudadas. Los gestos de bondad siguen llegando de parte de cada rincón del Ecuador —los vecinos de las Ciudades para Vivir incluidos—. Y cada gesto ciudadano ha sido la prueba de que cada uno de nosotros puede aportar a la reconstrucción del país —y más importante aún, ayudar a quien más lo necesita.
Aunque las consecuencias del terremoto han sido devastadoras, la esperanza ha florecido gracias a cada uno de los ecuatorianos que se han solidarizado para ayudar a quienes se han visto afectados.
Las acciones solidarias no deben ser pasajeras. Una situación como la que queda en las zonas más golpeadas, requerirá un compromiso permanente de parte de todos los ciudadanos. La reconstrucción apenas va a empezar. Aquí compartimos algunos consejos de cómo cada una de las familias que viven en las Ciudades para Vivir pueden contribuir para que los más afectados —y con ellos, el Ecuador entero— se vuelvan a poner de pie.
Compartimos con ustedes además una gráfica que puede ser impresa y colocada en lugares estratégicos para que todos los residentes estén al tanto de la colecta: es fácil de llenar con el nombre de la urbanización y los horarios de recolección. Recuerde que toda ayuda —por más pequeña que parezca— es en realidad parte de una contribución enorme: al hacerlo, tenemos la oportunidad de darle la mano a un hermano que lo perdió todo. ¡No decaigamos! Que la solidaridad y el compromiso sean parte de nuestras acciones cotidianas.