Reciclaje en Hermés: un ejemplo para todos
No todo lo que arrojamos al tacho de la basura debería, en efecto, ser desechado. De acuerdo a un estudio de la universidad de Duke, dos tercios —un 60%—de los desperdicios que surgen de los hogares, podrían ser reciclado. Eso quiere decir que más de la mitad de las cosas que arrojamos a nuestros tachos de basura a diario, pueden tener una segunda oportunidad de vida. Por eso, hace dos meses, en la urbanización Hermés de Villa Club comenzaron una cruzada de reciclaje que busca afianzar esta práctica que solamente trae beneficios.
Una sola botella de plástico puede tardar alrededor de mil años en descomponerse —una vida mucho más larga que la de un ser humano—. El espacio que ocupa es enorme, y su existencia —aunque sea en un botadero— estorba, pues muchos de los animales que comemos —como los pescados— se están llenando el estómago de micro plástico. Esas son algunas razones para que los habitantes más racionales del planeta, tomemos conciencia de lo que podemos hacer para evitar un deterioro acelerado. Marcia Fariño, administradora de Hermés, es una de las ciudadanas responsables, que se abanderan de este tipo de proyectos y hoy, incentiva a sus vecinos a que clasifiquen su basura para facilitar el reciclaje.
En estos primeros dos meses de la campaña, los vecinos de Hermés han reciclado cincuenta kilos en las dos entregas realizadas.
El primer paso de la campaña liderada por Fariño y la directiva de la Asociación de Residentes de Hermés, fue construir contenedores para clasificar —por ahora— plástico y papel. Con mallas plásticas dieron forma a más de 15 contenedores que fueron ubicados en sitios estratégicos de la urbanización —la piscina, cerca de las áreas verdes y parques, entre otros sitios de tránsito—. La idea es que todos los residentes tengan un contenedor cercano para depositar su plástico reciclable. El siguiente paso fue contarles a los residentes la idea que estaban desarrollando. La Administración repartió volantes con las instrucciones de la campaña a todos los hogares, se les indicó que en un contenedor deben depositar solamente plástico PET — como el de las botellas de bebidas gaseosas o agua—; y en el otro cualquier tipo de papel, sea cartón o periódico. En los volantes se indicó todos los sitios en los que serían colocados los tachos. Esa misma explicación, al detalle, se realizó a través de las redes sociales de la urbanización, para que no haya nadie que no esté informado.
En estos primeros dos meses de la campaña, los vecinos de Hermés han reciclado cincuenta kilos en las dos entregas realizadas. Una vez que los vecinos depositan el material, el personal de limpieza de la urbanización vuelve a clasificar en un solo contenedor para la venta. Para la comodidad de todos, quien compra el plástico y papel es una residente de la misma urbanización. Fariño indica que pese a que la ganancia económica no es mucha —recaudan aproximadamente 25 dólares por mes—, la voluntad para seguir está intacta, pues la idea más allá de lucrar, es contribuir de alguna manera con el planeta en el que todos vivimos. Además, aunque el monto es pequeño, lo recaudado alcanza para gastos administrativos como la compra de suministros de oficinas de la urbanización.
En Hermés les tomó menos de dos meses en forjar un hábito que debería ser la norma para todos. Solo basta con un poco de organización. Este es un ejemplo que puede fácilmente ser replicado por las otras urbanizaciones de las Ciudades para Vivir.