La nueva cancha sintética de Quarzo
El guayaquileño es pelotero; le gusta jugar futbol desde niño hasta viejo. Tan popular es el fútbol entre nosotros que hay barrios enteros en los que cierran arbitrariamente las calles para improvisar una cancha. En las Ciudades para Vivir, los ciudadanos no tienen que tomarse los lugares de los carros o de los peatones para poder disfrutar de un partido, porque todas las urbanizaciones ya tienen un espacio destinado para pelotear. Pero en Quarzo de La Joya quisieron llevar esta experiencia a otro nivel, y desde este junio cuentan con una flamante cancha de césped sintética.
El negocio de alquiler de canchas de césped sintético, tiene una alta demanda en varias ciudades del país. Prueba de ello, en cada barrio o sector de Guayaquil, es fácil ubicar uno que otro establecimiento que sacie las ganas de jugar futbol a las personas que residen cerca. El precio promedio va de cuarenta a cincuenta dólares por hora para catorce jugadores. Este mismo tipo de cancha es la que la directiva de Quarzo construyó para que los vecinos ya no tengan que pagar para divertirse.
La cancha se la inaugura el sábado 4 de junio, junto con un evento que la directiva ha organizado por el Día del Niño.
La cancha se la inaugura el sábado 4 de junio, junto con un evento que la directiva ha organizado por el Día del Niño. Quienes jueguen allí, tendrán la seguridad de que la pelota nunca se les escape porque está cubierta con una malla para impedir estas fugas molestosas. Además del regalo para los futboleros, también se construyeron dos graderíos para la hinchada de los equipos. Pensando en el clima de la ciudad, los hicieron con techo incluido. Tienen una capacidad para cerca de 200 personas.
Este tipo de iniciativas son posibles solamente gracias a que las Ciudades para Vivir están organizadas en urbanizaciones donde los mismos residentes autogestionan —a través del pago mensual de alícuotas— la propiedad que tienen en común. El costo total de la cancha fue de 21 mil dólares, una cifra casi imposible de pagar para una sola familia, pero alcanzable para una comunidad organizada, que no se sienta a esperar que le entreguen lo que quiere, pues sabe que lo puede construir.
Este tipo de iniciativas son posibles solamente gracias a que las Ciudades para Vivir están organizadas en urbanizaciones donde los mismos residentes autogestionan —a través del pago mensual de alícuotas— la propiedad que tienen en común.
Con este tipo de obras se visibiliza la efectividad de la organización entre vecinos, pues solamente eso les permite desarrollar sus hogares y el entorno en el que viven, a la medida de sus sueños.