Pagar las alícuotas para vivir mejor

Hacerse cargo de una urbanización no es una tarea simple. Sobre todo cuando no se tiene una experiencia previa. Dentro de Guayaquil, lo usual es vivir en determinado barrio en donde el espacio público —como parques, veredas y calles— es administrado por el municipio. En las Ciudades para Vivir no; allí, los responsables de gestionar la propiedad, son los propios residentes, que definen sus necesidades y plantean soluciones para construir el tipo de vida que quieren. Tal compromiso —que implica el pago de alícuotas a tiempo— construye comunidades sólidas y autosuficientes.

Vivir en una urbanización privada como las de las Ciudades para Vivir, tiene grandes ventajas: guardianía privada las 24 horas, piscinas, parques, club social, entre muchas otras. Mantener dichos beneficios tienen un costo, que se cubre a través del pago de alícuotas: un valor mensual que cada familia debe cancelar en las oficinas de administración de la urbanización. Es un hábito que a unas personas le cuesta más que a otras. En La Joya, el valor de la alícuota promedio es de 40 dólares, y es fundamental contribuir a tiempo, pues la directiva requiere cubrir costos que si no se pagan, se acumulan, y pueden derivar en inconvenientes para todos los vecinos.

Mantener todos los beneficios que ofrece una Ciudad para Vivir tiene un costo, que se cubre a través del pago de alícuotas: un valor mensual que cada familia debe cancelar en las oficinas de administración de la urbanización.

Cuando Danny Torres asumió la presidencia de Zafiro, hace casi dos meses, se encontró con una cuenta larga de alícuotas impagas. Él notó que el problema era que no había consecuencias para quienes no pagaban su contribución: para ellos daba lo mismo pagarla o no porque de todos modos mantenían los beneficios de vivir en la urbanización. A pesar de estar atrasados en su contribución, mantenían la guardianía privada, continuaban entrando al club social, entre otros. Por eso, decidió implementar una medida algo drástica pero necesaria para obtener los resultados que buscaba: ordenó a los guardias que no abrieran la puerta de la garita cuando los morosos llegaran a la urbanización, serían ellos mismos quienes tendrían que bajar del auto para abrir las puertas. Lo mismo ocurriría con sus visitas.

Aquella jugada —que puede parecer un poco dura— tuvo su efecto: se pudo recuperar una cartera de alícuotas vencidas que alcanzaban los ocho mil dólares. Pero Danny no se limitó a dar una orden que podía incluso resultar temporal; decidió pensar en soluciones a largo plazo, entre ellas, la implementación de un nuevo sistema de facturación en Zafiro. A través de la creación de un software, hoy cada familia tiene una cuenta online, que puede revisar desde cualquier sitio y a cualquier hora, para conocer el estado de sus pagos. Este sistema está integrado con la administración y la garita: los guardianes cuentan con una tablet y cuando algún residente llega, el sistema le puede indicar si está o no al día con los pagos.

A través de la creación de un software, hoy cada familia en Zafiro tiene una cuenta online, que puede revisar desde cualquier sitio y a cualquier hora, para conocer el estado de los pagos de sus alícuotas.

El Presidente de Zafiro cree que ese es un mecanismo que vuelve mucho más eficiente su gestión; considera que gracias a la tecnología, ya no es necesario usar papeles, pues toda la  información está en la red. En esa misma línea de administración, su equipo está trabajando para implementar la facturación electrónica y los pagos automáticos desde el mismo sistema. Todas estas medidas están pensadas para que los pagos sean más cómodos, y que los residentes no tengan ningún impedimento para realizarlos. La idea es que todos consoliden una comunidad responsable y comprometida con las mejoras, pues de eso depende que el sitio en el que viven, funcione de la mejor forma posible.