Cuanto mejor peleas, menos lo demuestras
Desde el centro de una pérgola, Ronald Vélez lanza golpes al aire con los brazos firmes. Forma líneas perfectamente rectas, mientras sus alumnos lo observan sentados en el piso. Vélez es Tercer Dan, un título que ha conseguido tras veinticinco años de practicar el Shotokan, un estilo de karate. Viste un kimono blanco en el que resalta el cinturón negro en su cintura. Es el símbolo del grado máximo en karate. Vélez desde hace dos semanas les enseña este arte marcial a los niños de Quarzo, en La Joya, la urbanización en la que también vive.
El karate es un arte marcial milenario japonés que los soldados de siglos pasados usaban para defender a su pueblo. El Shotokan —el estilo que practica Vélez— es una práctica moderna del karate, y el más popular a nivel mundial. A diferencia de otros deportes de contacto —como el box o el taekwondo—, busca derrotar al oponente siendo lo más eficaz posible, lanzando la menor cantidad de golpes siempre que sean precisos. Un combate puede empezar y finalizar con una sola patada contundente.
Seguir el camino del karate es mucho más que aprender a lanzar un golpe. Los karatekas saben que la violencia es el último recurso, y es permitido solo para defensa personal. Funakoshi, el fundador del estilo Shotokan, en su libro Karate Do: Mi Camino enseña que cuanto más experimentado sea el karateka, más grande debe ser su prudencia y humildad. Vélez, seguidor de Funakoshi lo sabe. “Un karateka sabe dónde golpear, uno sabe dónde lastimar” —explica a sus estudiantes— “por ende la otra persona no va a saber cómo defenderse a los ataques que uno hace, entonces estaríamos abusando de lo que nosotros sabemos”. Lo mejor, dice, es siempre evitar los conflictos.
Al igual que el maestro Miyagi en la película Karate Kid, Vélez les enseña los movimientos de este arte marcial comparándolos con movimientos cotidianos. “Frótense el brazo en forma circular como cuando se están bañando” dice mientras les enseña una técnica a sus estudiantes. Luego de cada movimiento aprendido todos realizan una venia, en símbolo de gratitud. En una sola clase, este —seguramente— es el movimiento que más realizan: una señal de que la humildad y el respeto es clave para este deporte.
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