El joyero de La Joya
Desde que, hace 10 años, José Mero entró a trabajar para La Joya, su vida cambió. Durante tres décadas, se dedicó a dar forma a bellísimas joyas que adornaban a sus clientes. Ahora, con sus manos da vida y cuida las plantas que adornan las avenidas de La Joya. En el vivero, él es el encargado de cultivar y cuidar todas las especies que van a ser trasplantadas en esa Ciudad para Vivir y, además, también trabaja para la conservación de los jardines.
Durante la mitad de su vida, José trabajó creando piezas de oro, pero cuando se empezó a popularizar la bisutería, esta industria sufrió una caída. Eso lo obligó a buscar una nueva forma de ganarse la vida. Su sobrino, quien es ingeniero agrónomo, lo invitó a que lo acompañara al campo para encargarse de un área de producción. Así fue como empezó en el trabajo agrícola. Cuenta con orgullo que su sobrino es un ingeniero agrónomo muy preparado. “Si yo sé un cuarto de lo que él sabe del cuidado de las plantas y de la tierra, yo me contento.” Lo que José no sabía es que en ese trabajo, iba a encontrar una vocación.
Para José Mero, encargado del vivero de La Joya, esto es más que un trabajo, lo ha convertido en su estilo de vida.
Ahora, en sus ratos libres, aprovecha para seguir investigando sobre botánica en internet. Para él, es un mundo infinito que una persona no puede terminar de conocer. Su curiosidad es un síntoma de la pasión que siente por las especies vegetales. Un estudio realizado en Exeter University concluyó tener plantas en la oficina aumenta considerablemente la productividad y la felicidad de los trabajadores. Para José, el vivero es su oficina, por eso su trabajo lo hace tan feliz. “Me siento muy bien pasando mi tiempo aquí, siempre respiro aire puro”. Este es un privilegio al solo el 12% de la población mundial puede acceder. Por suerte, en Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey, se respira aire fresco; precisamente gracias al trabajo de personas como José Mero, que garantizan que las plantas necesarias para el bienestar de los residentes sean trasplantadas y crezcan hasta convertirse en adultas fuertes.
Para José, el vivero es su oficina, por eso su trabajo lo hace tan feliz.
Las plantas que cuida son como sus hijas —además de los 9 hijos que tiene, ya todos adultos. Esto se los dice con frecuencia, porque además se ha dado cuenta de que cuando les habla, crecen mejor. Pero, ¿qué les dice? Una serie de piropos: que están hermosas, que cada día las quiere ver más grandes y fuertes o que son un milagro de Dios, cualquier cosa que les haga saber que hay alguien que las quiere.
Para José Mero, esto es más que un trabajo, lo ha convertido en su estilo de vida. En casa también cultiva diferentes especies como aguacate, moringa, palma roja y grosellas y produce pesticida orgánico para sus propias plantas. Además, ha aprendido mucho sobre las especies medicinales y él mismo las consume para mantenerse saludable. A sus compañeros de trabajo también les enseña qué planta puede ayudar a aliviar sus molestias. Con la curiosidad de un niño, José ha llegado a convertirse en un verdadero experto en botánica.