Aprendiendo lecciones de vida en la cancha de fútbol
Un niño puede comenzar a leer unas cuantas palabras a los siete años, pero desde los cinco están listos para practicar un deporte.
Antes de saber a hablar, los niños aprenden a moverse y conocer su cuerpo. El descubrimiento de su propio ser, es también una de las primeras formas que utilizan para comunicarse. Antes de poder decir que algo no les gusta; lloran o hacen muecas de disgusto. Un niño puede comenzar a leer unas cuantas palabras a los siete años, pero desde los cinco están listos para practicar un deporte. En la Academia de Giancarlo Ramos, ubicada en La Estela de Ciudad Celeste, los niños entran desde esa corta edad hasta los doce años. En la cancha, no solo aprenden cómo apuntar al arco y anotar un gol; sino que también aprenderán lecciones de vida: valorar el trabajo en equipo, respetar reglas de juego ya no rendirse con la primera falla.
Cuando a Gia de nueve años le preguntan qué siente al jugar, ella responde sin dudarlo “me siento valorada”. A su corta edad ella entiende que no importa si un día falla y patea mal, está sostenida por su equipo quienes —a pesar de ser la única niña y en un deporte muchas veces algo machista— la consideran una compañera más . “Todos me valoran como soy, yo me creo a mí misma, y todos me quieren como soy” dice entusiasmada mientras se despide a lo lejos de sus amigos. Los niños viven intensamente: Gia tiene apenas tres meses en la Academia y ya ha transado lazos fuertes de amistad.
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Trabajar con niños es una tarea ardua: los chicos se despitan fácilmente y captar su atención puede ser desafiante. En la Academia de Ramos, los lunes, miércoles y viernes, tres profesores se encargan de un pelotón de aproximadamente 25 niños. Para lograr que se enfoquen en las actividades y no anden corriendo sin rumbo por la cancha, se dividen en grupos. Mientras unos aprenden a dominar el balón pateando hacia la pared, otros saltan entre discos y cuerdas y otros cuantos entrenan en el arco. Eso sí, los ejercicios deben ser rápidos, no hay tiempo para la espera con los chicos, y por eso en la academia cuentan con suficientes balones y otros instrumentos para entrenar. “Los niños captan rápido”, dice Luis Luna, uno de los entrenadores mientras da la orden a los niños para un ejercicio.
La Academia de Ramos tiene siete sucursales entre Guayaquil, y Daule. Es una escuela relativamente nueva, tiene cuatro años en funcionamiento. Aquí los chicos se apasionan con el deporte, y saben que no es solo un pasatiempo. Los mejores forman las distintas selecciones de acuerdo a la edad, y tienen la posibilidad de competir en torneos internacionales. El año pasado, los chicos de la sub 9 quedaron en tercer lugar en el Miami Cup, y este año, los de la sub 12 se llevaron el segundo puesto en el Disney Cup, uno de los torneos juveniles de mayor trayectoria. “Nos fue bien, quedamos en tercer lugar” dice Paolo de ocho años, uno de los seleccionados para el Disney Cup. Al igual que el resto de sus compañeros, está feliz con jugar y no se rinde si no obtiene el primer lugar.