Cantares vuelve en Ciudad Celeste
El grupo coral Cantares del Banco del Pacífico hizo época durante los años ochenta y noventa. En las navidades, los clientes del banco recibían un álbum del grupo que se presentaba en múltiples fiestas, lanzamientos, inauguraciones en todas las ciudades de Ecuador donde el banco tenía una sucursal. Incluso llegaron a cantar en Miami y Houston, en las inauguraciones de las sucursales del Banco del Pacífico de esas ciudades.
Este coro se formó gracias a la iniciativa de Enrique Miranda, quien en ese entonces era el presidente del club de empleados del banco. Desde los inicios de Cantares, Roberto Viera, el gran músico guayaquileño, ha sido el director. El coro fue parte del Banco durante 14 años y en todos esos años sumó alrededor de 60 integrantes, que cantaban a 4 voces: sopranos, contraltos, tenores y barítonos. El coro produjo 14 álbumes, uno por año. Al principio discos de vinilo y en sus últimos años se actualizaron y comenzaron a usar CDs. Todos fueron grabados en Fediscos.
Xavier Chávez y Carmen Elena Noboa —de quien ya hablamos en otro artículo— son esposos y viven en La Marina de Ciudad Celeste. Ellos fueron dos de los cantantes del coro; cada uno en diferentes generaciones. El 2 de julio fueron los anfitriones de un reencuentro que reunió a la mayoría de los ex miembros del conjunto. Algunos llegaron de Madrid, de Miami, de Houston a Ecuador para ser parte de la reunión. Alrededor de 40 personas del coro estuvieron ese día en el reencuentro. Xavier asegura que esto fue posible gracias a la tecnología. “Con un aparatito que se llama smartphone y una aplicación que se llama Whatsapp, nos pudimos poner en contacto.”
Su último reencuentro fue en el 2012, para el aniversario de 40 años del banco, pero no todos pudieron estar ahí.
Como el coro tuvo tantas generaciones, no todos los exintegrantes se conocían, muchos no habían cantado juntos en una o dos décadas. Sin embargo, la casa de los Chávez esa noche tuvo una magia especial: los coristas entonaron las canciones que cantaban antaño y lo hicieron tan bien que el director se emocionó y sacó su guitarra para continuar la peña de largo; todos cantaron y se sorprendieron de lo bien que lo hicieron.
Para no molestar a los vecinos, Xavier había pedido previamente su autorización para dar una fiesta, con lo que ellos estuvieron de acuerdo. Al día siguiente de la velada, los vecinos tocaron a su puerta para felicitarlos por la música; “la próxima vez, nos invitan”, le dijo a Xavier uno de ellos.
Ese reencuentro reavivó su interés por la música. A partir de ese momento decidieron hacer un concierto a beneficio de la hija de una de sus compañeras del coro que tenía que someterse a una operación muy costosa. Y ahora los planes siguen: los miembros del coro quieren seguir juntándose para cantar como en sus épocas doradas. Por lo pronto, todos llevarán el recuerdo de esa maravillosa velada que vivieron en aquella casa junto al río en La Marina.