El ceibo que mira a Villa del Rey desde lo alto - La Colmena

El ceibo que mira a Villa del Rey desde lo alto

El ceibo gigante de Rey Eduardo en Villa del Rey nos brinda paz, nos da una sensación de que en ese lugar hay algo mágico, pero también nos recuerda de ser responsables con la Tierra.

¿Qué nos dice el árbol centenario de Villa del Rey?
¿Qué nos dice un árbol centenario?

Un ceibo gigante vive en lo más alto de Villa del Rey. Parece una línea de un cuento de hadas, pero es real: desde el club de la urbanización Rey Eduardo, el coloso árbol parece vigilar las Ciudades para Vivir. El ceibo de Rey Eduardo se ve desde cualquier punto cuando se recorre Villa del Rey, incluso en las noches: la administración se ha encargado de instalar iluminación para alumbrarlo. Esta especie es típica de las provincias de la costa ecuatoriana donde se encuentran bosques secos tropicales, tales como los de las Ciudades para Vivir.

Los ceibos gigantes son vitales para los bosques secos tropicales. Protegen al suelo de la erosión con sus raíces superficiales. También, cuando son lo suficientemente grandes, sus ramas sirven como hogar para muchas aves que se protegen en lo alto de sus depredadores. Cuando estos árboles se encuentran cerca de fuentes de agua, ayudan a completar su ciclo: durante el invierno, acumulan agua dentro de sus troncos, para después liberarla al suelo durante el verano, cuando hay sequía.Watch Full Movie Online Streaming Online and Download

Los ceibos están en nuestra tierra hace tanto tiempo que pueblan también las leyendas de nuestra memoria colectiva. Los mayas, por ejemplo, consideraban que el ceibo era el árbol de la vida. Sus raíces llegaban al inframundo, mientras sus ramas al supramundo, donde se conectaban con el dios de los vientos y la lluvia.

En Argentina, los guaraníes cuentan esta historia: una indiecita llamada Anahí intentó escapar de los españoles, que la habían esclavizado. Los españoles se dieron cuenta y la atraparon. Como castigo, la amarraron a un palo y la quemaron viva. Sin embargo, las llamas la fueron esquivando y poco a poco ella se fue transformando en tronco y el fuego, en unas flores rojas. Así nació el ceibo.

En el caribe, los taínos creen que los ceibos son árboles sagrados. Estos árboles son necesarios para ellos, ya que eran muy útiles al momento de hacer botes. Sin embargo, para poder cortar uno, era importante hablar con el espíritu del árbol y pedirle permiso. El ceibo respondía al pedido solamente cuando ya estaba listo para ser talado y, además, comunicaba qué forma y color quería tener.

En el oriente ecuatoriano, los huaorani cuentan que tiempo atrás existió ceibo gigante que estaba lleno de agua. Cuando este ya no pudo contenerla más, cayó al piso rompiéndose y liberó todo el líquido, lo que dio origen al río Amazonas y todos sus tributarios.

Hoy leemos estas historias como anécdotas de otros tiempos. Sabemos de dónde viene el ceibo porque los científicos han logrado establecer su estructura celular, y su pertenencia al reino vegetal. Sin embargo, a pesar de conocer tantas cosas, parecemos olvidar la importancia que tiene cada especie para mantener el equilibrio de la vida en nuestro planeta. El ceibo gigante de Rey Eduardo nos brinda paz, nos da una sensación de que en ese lugar hay algo mágico, pero también nos recuerda que si no somos responsables con la Tierra, muy pronto podríamos lamentarnos.


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