Un bingo para todos en Rey Arturo - La Colmena

Un bingo para todos en Rey Arturo

El pasado 17 de octubre, los residentes de Rey Arturo disfrutaron de uno de los tantos bingos que ha organizado la directiva de su urbanización.

Los bingos se han vuelto una tradición en esta urbanización
Los bingos se han vuelto una tradición en esta urbanización

Yadira Gando escuchaba con ansias los números que el animador de la noche sacaba al azar de un ánfora. Le faltaba solo el B-8 para gritar “¡bingo!” pero para su mala suerte salió el B-2 y quien gritó fue otra persona. “Aquí igual me quedo hasta que se sortee la última tabla” dice Yadira, quien estaba sentada junto a su esposo mientras su hija correteaba alrededor. Ellos, al igual que sus vecinos, asistieron al bingo que organizó la directiva de su urbanización en Villa del Rey, Rey Arturo.

A Mayra Jácome la fiesta le llegó a la puerta de su casa. El bingo se celebró en el corazón de Rey Arturo, en el parque central, justo al frente de su casa. Ella aprovechó y sacó una mesa y un par de sillas y las colocó a las afueras de su casa. “Desde aquí escucho clarito los números, y si gano, me trepo rapidito a la tarima” comenta Mayra, quien fue una de las tantas que sacó media sala de su casa para jugar bingo aquella noche. Otros asistentes, que viven algunas cuadras más lejos del parque, optaron por llevar en camioneta un par de sillas. “Las trajimos porque vinimos más temprano y ya no había puesto, y como está mi mami que es mayor” dice Niurka Gómez que estuvo acompañada de su mamá y sus hijos.

El pasado 17 de octubre, los residentes de Rey Arturo disfrutaron de uno de los tantos bingos que ha organizado la directiva de su urbanización. Gloria Basantes, presidenta, dice que realizan estos eventos con el ánimo de integrar a la comunidad. Además es una ayuda para costear algunos gastos administrativos de la urbanización que a veces el presupuesto que manejan no alcanza. A los vecinos parece encantarles, este tipo de actividades siempre se llenan. El bingo es un juego sin mucha complejidad, y puede ser disfrutado por niños hasta ancianos.

Mientras los niños se divertían en los juegos infantiles, los adultos se reían a carcajadas de los chistes que un animador contaba desde una tarima. La tabla costó cinco dólares. Algunos participaron, y otros fueron solo a practicar pasos de “salsa choke” guiados por un grupo de baile que de rato en rato subía a la tarima.


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