A la escuela como en casa
La infancia es un mundo de descubrimiento permanente: todo resulta nuevo y diferente. Los centros educativos de las Ciudades para Vivir, trabajan bajo la premisa de crear comunidad, y con la seguridad y la cercanía de estar cerca de casa, va a sentir que su hijo va a la escuela en familia.
Los primeros años de vida de un niño son los más importantes. Así lo asegura una publicación de la Sociedad Argentina de Pediatría. Es en ese periodo de tiempo —de cero a tres años—, donde están más predispuestos a recibir información nueva, a partir de la imitación o de juegos simbólicos que también ayudan a desarrollar el habla. La infancia es un mundo de descubrimiento permanente: todo resulta nuevo y diferente. Es una época en la que la curiosidad se debe estimular al máximo, para que los pequeños puedan desarrollarse como seres ingeniosos y creativos.
En ese proceso de aprendizaje, el rol de quien los guía es fundamental; los padres son los primeros maestros, pues representan el primer contacto con la sociedad, el primer paso hacia la socialización. Sin embargo, a partir de los dos años, es recomendable que el niño empiece a relacionarse con otros pequeños de su edad, y a partir de los cuatro, se sugiere la asistencia a cursos pre-escolares, que le ayudará mucho en el proceso de conocimiento e inclusión social, para cuando llegue el momento de asistir a una escuela.
A partir de los dos años, es recomendable que el niño empiece a relacionarse con otros pequeños de su edad, y a partir de los cuatro, se sugiere la asistencia a cursos pre-escolares, que le ayudará mucho en el proceso de conocimiento e inclusión social.
Estos cambios en la vida de los niños, llegan con varias inquietudes para los padres. La separación de sus pequeños, es cada vez más común debido a que en las sociedades modernas, tanto el padre como la madre suelen tener horarios de trabajo fuera de casa. Es una etapa difícil para todos los miembros de la familia. Las inquietudes empiezan desde la primera separación con el bebé: quién lo va a cuidar, qué tan seguro estará mientras sus padres están ausentes y cómo será la nueva organización familiar, son parte de las interrogantes que los propios padres tienen que resolver.
En las Ciudades para Vivir, esa es justamente una de las mayores prioridades: la seguridad. La idea es poder contribuir, desde todas las aristas posibles, a garantizar que las familias estén seguras. Estos proyectos urbanísticos están pensados bajo la consigna de crear comunidades conectadas entre sí, donde los problemas de las grandes ciudades como la delincuencia o la falta de comunicación, sean eliminados. A partir del desarrollo de actividades de integración, en las que comparten espacio con los vecinos — y que crean una conciencia colectiva y cohesión entre la comunidad—, las Ciudades para Vivir construyen un modelo de vida, en el que hay espacio para el medioambiente, a través de la implantación de las campañas de reciclaje o la plantación de árboles. Esa conciencia grupal y la sensación de aprender en un ambiente seguro, se ve también reflejada en los centros educativos cercanos a las Ciudades para Vivir, que se han convertido en la primera opción de los padres para la educación de sus hijos.
Compartimos con ustedes un mapa interactivo en el que podrán ver los colegios que se encuentran en la zona, y el tipo de educación que proponen.
Estas opciones de educación a pocos pasos de casa, también tiene sus ventajas. Esta cercanía entre escuela y hogar es importante, sobre todos durante los primeros años, así lo asegura Gabriela Jalil, docente de la carrera de Educación Inicial en la Universidad Casa Grande. Para Gabriela, los padres que inscriben a sus hijos en escuelas cercanas a su casa, lo hacen porque sienten que esa menor distancia les permite dar respuestas más rápidas en caso de una emergencia. Ella cree además que un beneficio extra es el nivel de familiaridad que el niño siente con su escuela si la percibe como un elemento cercano a su casa; en esas condiciones, no sentirá a su centro educativo como un espacio demasiado ajeno a su vida, sino más bien como una extensión de casa.
La conciencia grupal y la sensación de aprender en un ambiente seguro —fundamental en las Ciudades para Vivir—, se ve también reflejada en los centros educativos cercanos, que se han convertido en la primera opción de los padres para la educación de sus hijos.
La escuela representa el primer ingreso de los niños y sus familias a un escenario público, pero la idea de acostumbrarse a una nueva rutina es complicado tanto para padres como hijos Los centros educativos de las Ciudades para Vivir, trabajan bajo la premisa de crear comunidad, y con la seguridad y la cercanía de estar cerca de casa, va a sentir que su hijo va a la escuela en familia.