¿Cómo funciona una asamblea de residentes?
Las Ciudades para Vivir replican la idea de construir comunidades donde se respeta y ejerce el derecho de todos. Aquí todos somos iguales y todas nuestras opiniones cuentan.
Más de 500 años antes de Cristo, Atenas era un estado independiente. En una ocasión les llegó la noticia de una invasión inminente por parte del Imperio Persa, que, entre otras cosas, habría implicado la esclavitud total de su pueblo. Los altos magistrados de Atenas no lograban ponerse de acuerdo sobre si ir o no a la guerra, pues atravesaban por un momento de crisis económica que se hubiese agravado con un conflicto bélico. En medio de las dudas, un hombre llamado Demócrito tuvo la idea de consultar sobre esta cuestión a quienes nunca se les había preguntado nada: la comunidad. Para tomar la decisión, se le entregó a cada ciudadano ateniense una piedra que debía ser depositada en un cuenco; había uno para ir a la guerra y otro para firmar un tratado de paz. El cuenco que estuviere más lleno, sería el de la resolución final. En aquella ocasión, fue el de ir a la guerra. La decisión de la mayoría fue respetada.
Aunque esta parte de la historia ocurrió hace más de dos mil quinientos años, las civilizaciones que le siguieron a los griegos, buscaron replicar ese ideal de Demócrito, mediante el cual se ha pretendido lograr una participación equitativa al momento de tomar decisiones de la vida en comunidad.
En las Ciudades para Vivir, ese ejercicio democrático es fundamental y se busca ejercerlo a través de diferentes mecanismos, incluyendo la elección de directivas de residentes de cada etapa y las asambleas de residentes.
Las civilizaciones que le siguieron a los griegos, buscaron replicar el ideal de Demócrito, mediante el cual se ha pretendido lograr una participación equitativa al momento de tomar decisiones de la vida en comunidad.
La idea de una asamblea es escuchar y analizar las propuestas de los miembros de una comunidad con la finalidad de alcanzar un acuerdo. Las etapas de las Ciudades para Vivir son diferentes entre sí, pero se manejan con una estructura parecida, que incluye la elección de directivas y realización de asambleas. De esa manera, se garantiza el derecho de todos los vecinos a ser escuchados.
Las asambleas que se organizan son ordinarias y extraordinarias. Las primeras se convocan —de acuerdo a los estatutos internos de las Ciudades para Vivir— dos veces al año, mientras que las extraordinarias, cuantas veces sea necesario. Quien hace la convocatoria es el presidente de la directiva —mediante una carta impresa, correos electrónicos o carteleras visibles en la cartelera— y en todas se debe contar con un cronograma que incluye los temas a tratar.
Los propietarios que deseen formar parte de una asamblea deben ser registrados como socios y estar al día en los pagos de alícuotas.
Los propietarios que deseen formar parte de una asamblea deben ser registrados como socios y estar al día en los pagos de alícuotas. El día elegido, se verifica si existe quórum —es decir si está presente la mitad del número total de socios más uno— antes de dar inicio a la reunión. De no ser así, se espera hasta una hora y luego se empieza con quienes estén presentes.
Gustavo Patiño, administrador general de La Joya, considera que este tipo de reuniones cumplen con su objetivo de crear un espacio en el que los socios pueden expresar su voz y voto y analizar estrategias que beneficien a la comunidad. Un ejemplo de los logros que se obtienen a partir de este diálogo democrático, es la urbanización Quarzo de La Joya, que desde 2013 es manejada por una directiva de residentes. Allí se colocaron lectores de huellas digitales para acceder a las áreas sociales y se instaló un circuito cerrado de 70 cámaras de vigilancia para la seguridad de todos los vecinos. Propuestas como estas nunca se hubieran concretado de no ser por la efectividad de las asambleas de residentes.
Aunque ya han pasado varios siglos desde aquella primera elección en la antigua Grecia, las comunidades democráticas siguen con el mismo espíritu y la misma convicción. Las Ciudades para Vivir replican la idea de construir comunidades donde se respeta y ejerce el derecho de todos. Aquí todos somos iguales y todas nuestras opiniones cuentan.