Una máquina para construir casas, una máquina para dar trabajo
Manuel Huacón vendió parte de sus terrenos en los que hoy se construyen casas en Ciudad Celeste. Gracias al desarrollo inmobiliario, poblaciones aledañas como San Nicolás y su gente también progresan.
Manuel Huacón nació, creció, se casó y dice que muy probablemente morirá en San Nicolás, un pequeño recinto ubicado muy cerca de Ciudad Celeste, detrás del Colegio Alemán Humboldt. “Aquí viví con mis padres y fue donde me crié, ¿para qué quiero irme a la ciudad?” —dice— “No, aquí si es posible quisiera que me entierren”. Pero hubo un tiempo en que pensó que dejaría su pueblo: como para muchos ecuatorianos, vivir en zonas rurales no era rentable. Sin embargo, gracias al desarrollo inmobiliario de Ciudad Celeste, hoy está seguro que nunca migrará. La familia Huacón, al igual que miles de familias ecuatorianas, crecen al mismo ritmo en que se construyen Ciudades para Vivir.
La construcción tiene el poder de la creación. Es el sector de más dinamismo en una economía. En el Ecuador, la construcción representa un 10% de todo lo que se produce en el país. Una cifra bastante grande considerando que los ingresos por petróleo llegan al 11% del PIB. Cada dólar invertido en la edificación de una casa se multiplica por miles. Levantarla implica el encadenamiento de un sin número de procesos en el que intervienen desde quienes fabricaron los bloques de cemento hasta los electricistas que instalan los focos de la casa. Construirla no solo da trabajo a quienes ponen en pie sus pisos y paredes, sino a mucha más gente.
Para construir una vivienda se necesitan en promedio diez obreros, 8 meses, y un gran número de profesionales y técnicos que se involucran en el proceso desde el diseño hasta la entrega a sus dueños.
Las Ciudades para Vivir son cuatro proyectos inmobiliarios que se desarrollan en Daule y Samborondón, a pocos minutos de Guayaquil. Según Juan Manuel Torres, Gerente de Proyectos de Villa Club, para construir una vivienda se necesitan en promedio diez obreros, 8 meses, y un gran número de profesionales y técnicos que se involucran en el proceso desde el diseño hasta la entrega a sus dueños.
En Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey ya se han construido más de dieciséis mil casas en más de cuarenta y cinco urbanizaciones. Es el mayor desarrollo inmobiliario del país —participa con el 35% del total de las principales constructoras de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Vivienda en el Ecuador (Apive). No solo son una máquina para construir casas: también son máquinas para generar miles de plazas de trabajo.
La entrega de una casa es el último escalón de la cadena inmobiliaria. Para que ello ocurra arquitectos e ingenieros deben diseñarlas, agentes de ventas deben conversar con los futuros propietarios, abogados gestionar permisos y escrituras.
En Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey ya se han construido más de dieciséis mil casas en más de cuarenta y cinco urbanizaciones.
Hoy, cerca de 700 personas trabajan directamente para alguna de estas cuatro empresas. Más de tres mil de forma indirecta —entre contratistas, servicios de seguridad, y administradores de urbanizaciones, entre otros. Comprar una casa en una de las Ciudades para Vivir es —de cierta forma— contribuir a que cuatro mil familias sigan beneficiándose del trabajo que produce en la industria inmobiliaria.
Lo fantástico de la construcción de ciudades enteras son efectos multiplicadores en áreas inimaginables. Manuel Huacón vendió parte de sus terrenos en los que hoy se construyen casas en Ciudad Celeste. Con lo recaudado compró una finca en Durán, un camión, y hoy emplea a otras cinco personas para la siembra de arroz. Gracias al desarrollo inmobiliario, poblaciones aledañas como San Nicolás y su gente también progresan.
