En la acera está la forma más pura de participación ciudadana
Las Ciudades para Vivir invitan a quienes viven ahí a salir, a moverse, a pedalear por las aceras de sus grandes vías para fortalecer la participación en la vida urbana y la unión entre vecinos.
Las Ciudades para Vivir se caracterizan por estar conformadas por una vía central para todas las urbanizaciones construidas en ellas. En cada uno de los proyectos (Ciudad Celeste, Villa Club, La Joya y Villa del Rey), se conoce la calle central como la gran vía, donde el movimiento no para: todos los residentes transitan por ahí —entran y salen, conducen o caminan, y a veces andan en bicicleta. Pero la gran particularidad de las vías es que a cada lado tienen aceras espaciosas, con un camino verde de césped y árboles. Son espacios que definen el urbanismo que se prefiere en las Ciudades para Vivir.
La calle es el mejor lugar para ejercer la ciudadanía. Las vías principales son las encargadas de una conectividad urbana que se fortalece con aceras amables con los peatones. Muchas veces y en muchos otros lugares, los caminantes quedan relegados a segundos planos por el predominio de los automóviles. Pero en las Ciudades para Vivir, las aceras invitan a caminar, un placer que además es un gran ejercicio para el cuerpo y la mente (ya sea para distraerse, movilizarse, ejercitarse o incluso jugar Pokemon Go.)
Villa Club, una de las Ciudades para Vivir de mayor extensión, cuenta con diez kilómetros de veredas en la vía principal: suficiente como para recorrer una carrera de 10k en ellas. En esos diez mil metros, las urbanizaciones se conectan: el carro no es indispensable. En Villa del Rey, la vereda se extiende en seis kilómetros. Un kilómetro más de lo recorrido en la carrera de 5k que se realiza en la gran vía. Aquí, los residentes aprovechan la infraestructura para caminar desde y hacia sus casas, rodeados por los elementos urbanísticos que proveen un gran paisaje. En Ciudad Celeste, las aceras contiguas a la gran vía cuentan recorren cerca de cinco kilómetros, en ambos sentidos. A lo largo de las veredas, encontramos runners y peatones que transitan despreocupados, disfrutando de la sombra que ofrecen los árboles en los días soleados. Andar sin vehículo en Ciudad Celeste no es ningún problema.
Un gran caminador disfruta de estas distancias, pero hay una alternativa divertida y segura para los que desean recorrer la vía sin carro: la bicicleta. Cada una de las cuatro Ciudades para Vivir cuenta con espacios destinados exclusivamente para estos vehículos ecoamigables que han ido ganando terreno en las zonas urbanas. Como lo saben bien, los habitantes de Copenhague, andar en bici da felicidad.
En Villa del Rey, la ciclovía tiene alrededor de mil trescientos metros. Si un residente necesita ir hasta la Plaza Tía, tranquilamente puede pedalear hasta allá y evitar el consumo de gasolina en ese trayecto. En Villa Club, la ciclovía cubre una distancia lineal de 520 metros, que representa la décima parte de toda la gran vía de este proyecto. En La Joya, la ciclovía alcanza 890 metros lineales. En la vía de acceso principal a Ciudad Celeste, se está terminando la construcción de la ciclovía, un proyecto que se hizo realidad con con la ampliación de vía de acceso al Cortijo y la gestión Municipal.
Muchas veces suponemos que caminar o andar en bicicleta es la alternativa de los que no tienen carro. Pero eso es un error. Caminar y pedalear son alternativas mucho más saludables: no solo para nuestro cuerpo, sino para nuestra mente también. El periodista estadounidense Ferris Jabr explica por qué: “Muchos experimentos han demostrado después o durante el ejercicio, aún a ritmos bajos” —escribió en la revista The New Yorker— “la gente tiene mejores resultados en pruebas de memoria y atención”. Caminar con regularidad genera nuevas conexiones cerebrales, ayuda a regenerar el tejido cerebral que se daña con la edad, incrementa el volumen del hipocampo (una región cerebral crucial para la memoria” y eleva los niveles de las moléculas que estimulan el crecimiento de nuevos neuronas. Nietzsche caminaba largas distancias para inspirarse y, además, para combatir los dolores de cabeza que lo aquejaban. Un estudio de la Universidad de Stanford constató los efectos positivos de caminar en el proceso creativo. La bicicleta tiene efectos similares: como es un medio de transporte que no nos permite ir a grandes velocidades, nuestra concentración está más puesta en el paisaje y nuestros pensamientos que en no tener un accidente grave (por supuesto, si la vía en la que andamos es una ciclovía como la de las Ciudades para Vivir). Por eso en bicicleta pensamos más en ideas profundas que cuando vamos manejando el auto, más pendientes del tráfico, los cambios, los retrovisores, el nivel de la gasolina y los otros conductores. Hay una leyenda que dice que a Einstein la teoría de la relatividad se le ocurrió mientras pedaleaba por la toscana italiana. El creador de Sherlock Holmes, sir Arthur Conan Doyle, dijo alguna vez: “Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada más”. El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, decía que no había nada comparable al sencillo placer de dar un paseo en bicicleta. A pie o sobre dos ruedas, la mente va a una velocidad mucho mayor que en un automóvil. Poder salir a la calle es la expresión más fundamental de ciudadanía y los modelos urbanos diseñados para el beneficio de los habitantes son señal del compromiso con el bienestar de los ciudadanos. Las Ciudades para Vivir invitan a quienes viven ahí a salir, a moverse, a pedalear por las aceras de sus grandes vías para fortalecer la participación en la vida urbana y la unión entre vecinos.