Lecciones de Kung Fu en Estelar de Villa Club
Para Simón, segundo dan en esta arte marcial lo esencial es reconocer que solo se debe usar las técnicas de Kung Fu para defensa personal, y nada más.
Hace un par de meses, a Simón de la Rosa intentaron robarle. Eran las nueve y media de la noche y salía de un centro comercial en Guayaquil., fuera de la seguridad de las Ciudades para Vivir. Mientras se dirigía a buscar su carro, dos hombres lo acorralaron. “¡Dame todo, abre el carro y dame todo!” fue lo que le gritaron mientras lo apuntaban con un revólver en la cabeza. Simón sacó su celular del bolsillo y en el mismo segundo que se lo entregaba, con su otra mano, agarró del brazo al tipo que lo apuntalaba y en menos de un segundo lo torció tan fuerte que logró fracturarlo. El otro tipo se le lanzó por detrás y Simón lo derribó al piso. Cuando intentó levantarse lo soñó con una patada voladora. Poco tiempo después arribó la policía y Simón les explicó que sólo intentó defenderse. Lo logró gracias a que ha practicado Kung Fu toda su vida. Un arte marcial que heredó de su padre, que hoy lo enseña a otros en Estelar de Villa Club.
A diferencia del karate, en donde predominan movimientos firmes lanzando puños en línea recta, el Kung Fu demuestra mucha más fluidez. “Es como el agua, fluye” dice Simón, segundo dan en esta arte marcial. Pelear aplicando técnicas de Kung Fu es como ver a un dragón de la mitología china. Movimientos extremadamente rápidos que pareciera que en la mitad del antebrazo hubiera una articulación extra. Utilizan sus extremidades para dar mil latigazos que pueden fracturar huesos en menos de un segundo. Como lo hizo Simón, aquella vez que le intentaron robar.
El Kung Fu es probablemente el origen de las artes marciales. Nació en China, una de las civilizaciones más antigua del planeta. El hombre ha peleado desde el principio de su existencia, y según investigaciones, el Kung Fu ha estado presente desde hace miles de años, pero el primer registro claro que existe de él es en el mítico libro escrito por el general chino Sun Tzu El arte de la Guerra. Fue la técnica con la que dinastías chinas entrenaron a sus soldados para las batallas. Con el tiempo, ese conocimiento fue transmitido de generación en generación. Fue así como llegó hasta Simón quien lo aprendió de su padre nacido en la china de Cantón. Enseñar Kung Fu para Simón es mucho más que una forma de ganar dinero, es compartir el conocimiento ancestral que heredó de su familia. Por eso, en cada clase, honra ese legado milenario: “el Kung Fu no es una forma de pelear, es una forma de vida”, dice.
A todos sus alumnos, Simón, les enseña en cada clase sobre los valores marciales. “Aquí no solo vienen para conseguir un cinturón” dice Simón “yo casi no doy cinturones, porque para que se los ganen deben haberlo trabajado por mucho tiempo”. Lo esencial es reconocer que solo se debe usar las técnicas de Kung Fu para defensa personal, y nada más. Se debe tener disciplina en todo, no solo en ser constante en los entrenamientos, pero en cada aspecto de la vida. Por eso Simón insiste que es un estilo de vida. Se refleja en su cara serena, igual que la música oriental que reproduce en cada una de sus clases.